Tan amigos

Fuimos tan amigos .. mira ahora,
no lo pongas aun peor.
Ya te dije que era fácil ..
que acostarnos acarreara este dilema,
pero siempre me decías: “tú y yo no,
tú y yo somos especiales ..”
Son tus frases, mías no.

No quiero engañarte (no es tan fácil)
No a una relación (no lo digas)
No voy a llamarte (puede ser peor)
No te hablo de amor.

No quiero engañarte (no es tan fácil)
No a una relación (no lo digas)
No voy a llamarte (puede ser peor)
No te hablo de amor.

Fue un plan que no salió.
Y no fue más que un buen plan.
Si no salió .. ¿qué más nos da? ..
no fue tan mal. Pasó.
¿Recuerdas tu canción?

No voy engañarte (no es tan fácil)
No a una relación (no lo digas)
No voy a llamarte (puede ser peor)
No te hablo de amor.

No quiero engañarte (no lo entiendes)
No a una relación (no es mejor)
No voy a llamarte (si volvemos a hacerlo esto puede acabar peor)
No te hablo de amor.

No voy engañarte (no lo intentes)
No a una relación (no, ya no)
No voy a llamarte (ni te amo, ni quiero, ni te echo de menos)
No te hablo de amor.

La confianza da asco

Qué gran verdad. Esta tarde he estado hablando con Mi Magdalena y me ha pedido que le deje el teclado hoy, que quiere escribir ella.

No sé si algún día leerás esto, no sé si algún día buscarás el blog en el que sabes que se habla de ti. Si te acordarás de alguna frase cuando te leía algunos posts hace unos días, y te dará por ir a Google para ver si eres capaz de llegar hasta aquí.

Si has llegado tienes premio, te voy a contar cómo me has hecho sentir hoy. ¿Te acuerdas de la conversación que tuvimos ese domingo, después que te leyese los posts de este blog mientras estabas en el sofá escuchándome?  Cuando te conté cómo me hiciste sentir hace dos años y como me sentí después, cuando te marchaste. Me dijiste que no me querías hacer daño. Te creí. Fallo mío. Me dijiste que tenías que marchar y te dije que sin problemas, que no era lo mismo que hace dos años. Ni los sentimientos ni las situaciones.

Al día siguiente me dijiste que te quedabas un día más, y al siguiente, que te quedabas otro más. y así hasta el tercero. Me abrí y te conté cómo me habías hecho sentir, cómo no quería volverme a sentir. Que no quería volver a sentirme un kleenex, un segundo plato, no sé… poca cosa.

Y hoy has hecho que me vuelva a sentir así. Que nada ha importado, que nada te ha importado. Sólo hacía 4 días que nos habíamos despedido y has tenido la necesidad de vomitar lo que te pasa por la cabeza. Que igual te gusta tu amiga. Pues de puta madre ¿sabes? Que me alegro por ti y todo eso, pero que la próxima vez que sientas esa necesidad de vomitar cosas porque somos amigos y tenemos mucha confianza, te puedes parar a pensar un poquito en las circunstancias. Un poquito nada más, eh?

Igual decirle eso a una persona con la que has pasado 8 días, con la que has compartido tantas cosas, … sólo 4 días después de haberte marchado, no es lo más acertado. Bueno, igual no… NO es lo más acertado. Me parece estupenda toda la confianza y toda la sinceridad, pero has sido un cabrón. Cero respeto.

Si no sabes si ella te gusta o no, puedes esperar unos días a estar seguro antes de decírmelo. Porque para no querer hacer daño ni hacerme sentir mal, te has cubierto de gloria.

Te he contestado muy sinceramente y quiero que sepas, si alguna vez llegas hasta este blog, que lo he hecho porque valoro tu amistad. Pero ahora mismo, no puedo estar cerca de ti. Porque siempre que estamos muy cerca acabas haciendo/diciendo algo que me hace daño y abre una brecha enorme entre nosotros. No puedo estar cerca de ti ahora. Otra vez no puedo estar cerca tuya.

Algunas cosas tienen consecuencias. Follarte a una buena amiga, estar 8 días con ella, saber que la has ilusionado y decirle a los 4 días que igual la siguiente sí te gusta… tiene algunas. Que tu amiga se enfade y se aleje, es la más clara.

Ahora que me despido pero me quedo

Los pensamientos de Mi Magdalena hacia él, los escribe Sabina. No es el Él del Adios, o no era el Él de ESE adios, pero todos los Él se acaban para Mi Magdalena.

Y Mi Magdalena hoy hace honor a quien la bautizó y tiene su particular banda sonora de viernes en el Ahora que del maestro Sabina.

Ahora que nos besamos tan despacio,
ahora que aprendo bailes de salón,
ahora que una pensión es un palacio,
donde nunca falta espacio
para más de un corazón…
Ahora que las floristas me saludan,
ahora que me doctoro en lencería,
ahora que te desnudo y me desnudas,
y, en la estación de las dudas,
muere un tren de cercanías…
Ahora que nos quedamos en la cama,
lunes, martes y fiestas de guardar,
ahora que no me acuerdo del pijama,
ni recorto el crucigrama,
ni me mato si te vas.
Ahora que tengo un alma
que no tenía.
Ahora que suenan palmas
por alegrías.
Ahora que nada es sagrado
ni, sobre mojado,
llueve todavía.
Ahora que hacemos olas
por incordiar.
Ahora que está tan sola
la soledad.
Ahora que, todos los cuentos,
parecen el cuento
de nunca empezar.
Ahora que ponnos otra y qué se debe,
ahora que el mundo está recién pintado,
ahora que las tormentas son tan breves
y los duelos no se atreven
a dolernos demasiado
Ahora que está tan lejos el olvido,
ahora que me perfumo cada día,
ahora que, sin saber, hemos sabido
querernos, como es debido,
sin querernos todavía…

Ahora que se atropellan las semanas,
fugaces, como estrellas de Bagdad,
ahora que, casi siempre, tengo ganas
de trepar a tu ventana

y quitarme el antifaz.
Ahora que los sentidos
sienten sin miedo.
Ahora que me despido
pero me quedo.
Ahora que tocan los ojos,
que miran las bocas,
que gritan los dedos.
Ahora que no hay vacunas
ni letanías.
Ahora que está en la luna
la policía.
Ahora que explotan los coches,
que sueño de noche,
que duermo de día.
Ahora que no te escribo
cuando me voy
.
Ahora que estoy más vivo
de lo que estoy.
Ahora que nada es urgente,
que todo es presente,
que hay pan para hoy.
Ahora que no te pido
lo que me das.
Ahora que no me mido
con los demás.
Ahora que, todos los cuentos,
parecen el cuento
de nunca empezar.

A Mi Magdalena le dicen

que llegará el día en que se olvidará, que lo verá y no sentirá, que no mirará sus labios ni sentirá ganas de morderlos ni besarlos, que verá sus brazos y no querrá que la abracen tan fuerte que nada más importe, que si por un casual mira sus piernas, no querrá tenerlas cerca en ninguna cama.

Pero Mi Magdalena a veces es muy incrédula, y no se termina de creer que eso vaya a pasar, que no vaya a estar cerca, o que si está cerca le vaya a dar igual, que sienta lo mismo por una persona aceptando sus fallos y sus virtudes.

Por que seguramente, si Mi Magdalena conoce a alguien que pueda removerle por dentro sensaciones que hace mucho se durmieron, será un cobarde que no querrá arriesgar nada medio seguro por lo que pueda pasar, que no correrá ningún riesgo que no deba, que jugará por jugar sin pensar en las consecuencias y … para eso, para que va a querer conocer a nadie? para que sea así? para qué arriesgarse a volverse a exponer si Mi Magdalena sabe que acabará perdiendo? Siempre pierde, esa sensación tiene. Al menos en esto, quizá sólo en esto, siempre pierde.

Se pregunta Mi Magdalena si no sería más fácil dejarse llevar, ver qué pasa, arriesgarse, jugar, … pero en igualdad de condiciones, no le gusta ir a remolque.

Sí, si no vuelves… vete a la mierda.

Sí, si no vienes… vete a la mierda.

Nunca dirá eso Mi Magdalena, no sabe por qué, siempre acaba jugando a no ganar.

La fuga – Jugando a no ganar (Así suena en spotify)

Fui yo quien me prometí que no volvería a caer, hasta que me he visto aquí, muy metido en el papel de un tonto conquistador, más vencido hoy que ayer. Casi ha perdido la voz a patadas con su fe.
Ahora da igual, he aprendido a ser feliz así; de bar en bar, casi, casi me he olvidado de ti.
¿Cómo poderme fiar de ese cuerpo de mujer? Tantas noches que he buscado el veneno de esa piel que siempre se me ha escapado. nunca se dejó comer. Me ha dejado aquí colgado, como un cuadro a su pared.
Y he caminado más torcido que de pie; perro a tus pies, abandonado, herido, tengo sed.
Doy vueltas sin parar, no quiero seguir más tiempo así. Jugando a no ganar, ya ves, me he quedado sin ti.
Y he caminado más torcido que de pie; perro a tus pies, abandonado, herido, tengo sed.
Y he caminado por lugares de placer pensando que no pensaba en tí te recordé.

Vete a la mierda…o ven

A Mi Magdalena a veces le jode enormemente ser tan políticamente correcta, porque si no lo fuese…

Le diría que se deje de gilipolleces, de que parezca que no hay nada, de fingir que todo es como antes. NO! Vete a la mierda, le diría.

Y le mandaría a la mierda porque sabe que a su lado no lo va a tener.

Y Mi Magdalena no entiende por qué comparten tantas cosas, por qué disfrutan tanto, por qué… por qué al final del día, la cama está vacía y fría. Quiere entender, pero no lo hace. Por que si entiende, se acaba. No quiere perder el tiempo, no quiere salir escaldada.

Mi Magdalena no quiere tener esa banda sonora. No quiere saber que están durante horas buscando canciones para enseñarle, que las mismas notas suenan en el mismo momento en dos sitios a la vez. No quiere por que en realidad, es lo que más le apetece. Pero no con medias tintas.

Y sin embargo… le cuesta evitarlo.

¿Masoquismo? ¿Tontería? ¿Miedo?

Cuando algo sale mal

Mi Magdalena se indigna, se enfada, no le gusta que las cosas no vayan como ella quiere, sabe que no siempre serán a su gusto, pero le duele ilusionarse, poner de su parte, volver a perder. Es una especie de Día de la Marmota con una dosis altísima de mala ostia.

Le repatea los higadillos que jueguen con ella, porque ella evita jugar con la gente, va de frente. Total, acaba perdiendo igual, ¿no? Al menos se puede mirar al espejo tranquilamente, aunque a veces piense que tanta ostia para eso…

Sin embargo, es su capacidad para aunque sepa que algo no le gusta, seguir tolerándolo, lo que hace que le hierva la sangre. Por que de eso, sólo ella tiene la culpa, sólo ella es responsable de seguir jugando a veces a un juego que sabe que no le lleva a ninguna parte ni le beneficia en nada.

Por las noches, antes de dormir. Por las mañanas al mirarse al espejo, sabe que en todos estos temas, hay muchas cosas que son entre dos, pero no todas, nadie puede escudarse en echar la culpa a otra persona por los propios fallos, hay que saber en qué cosas se falla, y en cuáles no, que nadie vaya a decirle a Mi Magdalena que tiene la culpa de algo que no la tiene!

A veces, si pudiese, dejaría de dialogar y cogería una espada, Mi Magdalena se ha cansado de dialogar, quiere pelea.